En la antigüedad se creía que las enfermedades eran
castigos con los que dioses caprichosos castigaba a la humanidad; sin embargo,
en el lejano oriente surgió una práctica en la que se ponía en evidencia que
algunos conceptos heréticos resultaban bastante saludables, y de hecho
revelaban que las soluciones para algunas enfermedades pertenecían a un plano
más mundano que divino.
La primera evidencia escrita relacionada con los
procesos de vacunación data del siglo XI y se encuentran en la literatura
china. A una monja budista se le atribuye un texto llamado “El tratamiento
adecuado de la viruela”, otro libro chino “El espejo dorado de la Medicina”
describe diferentes formas de inoculación antivariólica en la que se explica
como se puede prevenir el contagio de viruela inoculándose con pus proveniente
de pacientes que habían contraído la enfermedad. Esta práctica era
relativamente común y constituía una práctica surgida de la necesidad de evitar
esta enfermedad que causaba terribles epidemias; sin embargo esta medida no
estaba exenta de riesgos pues aproximadamente el 3% de las personas inoculadas
contraían la enfermedad
.
La variolización, inoculación de la viruela o
variolación, es una técnica de profilaxis que quiere decir preservación de la
enfermedad, dicha técnica se aplicaba antes de la invención de la vacuna por el
británico Edward Jenner. Dicha técnica consiste en hacer una incisión en la
piel del individuo y colocarle el polvo de las costras de viruela, luego se le
cerraba la incisión y se colocaba a la persona aislada de las demás hasta que
la enfermedad le atacara de manera leve, hasta lograr su recuperación.
La inoculación de la viruela, variolización o
variolación, fue practicada originariamente en China y la India. En la India,
les ponían a los niños las ropas de los enfermos de viruela que estaban
impregnadas de las materias contenidas en las pústulas variolosas; se cubrían
con las mismas ropas las heridas.
En los pueblos africanos se practicaba la inoculación,
frotando el pus de un enfermo sobre una incisión realizada previamente a la
persona que se quería proteger, unas veces en el dorso de la mano izquierda y
otras en el pliegue del muslo o el codo. Turquía realizaba esta maniobra desde
el siglo XVI, la cual alcanzó gran popularidad por la protección que brindaba a
las esclavas caucásicas, famosas por su belleza, de las marcas que solía dejar
la enfermedad, las que representaban un elemento de merma de su valor en el
mercado.
El conocimiento del método se transmitió a los
pueblos del entorno del Asia menor y Oriente próximo, Cefalonia, Tesalia,
Constantinopla, el Bósforo, donde era utilizado por las clases populares como
prevenció de la enfermedad. La variolación por inoculación debajo de la piel
fue conocida en Europa, a principios del siglo XVIII, principalmente, por una
comunicación del médico italiano Timoni e introducida, en 1717, por Lady
Montagu, esposa del embajador inglés en Constantinopla, quien hizo variolizar a
sus hijos por un médico griego, y enfermó a los niños levemente, quienes se
recuperaron con rapidez, por lo que la dama difundió la noticia entre numerosas
familias de la nobleza; así se extendería el procedimiento en Inglaterra, donde
se instalaron casas especiales para la variolación, en las que trabajaban
especialistas. La extensión del método abarcó el continente y alcanzó un éxito
rotundo en Francia
De hecho la palabra vacuna surge precisamente de
sus trabajos La palabra “vacuna” proviene del latín vacca que significa vaca. Vacunación
que significaba inoculación con fluido de vaca y vacunado que era la persona a
quien se le hacía la inoculación de la vacuna.
En las comunidades donde Jenner ejercía su labor
como médico existía una enfermedad de las vacas llamada Vaccina o viruela de
las vacas, esta enfermedad produce erupción en las ubres de estos animales
semejantes a las que produce la viruela humana. Las lecheras de estos lugares
raramente enfermaban de viruela pues “cogían la viruela de las vacas” y eso las
protegía de la viruela humana. Jenner decidió probar este conocimiento empírico
para ver si realmente era cierto.
Casi dos siglos después, en 1979 la Organización
Mundial de la Salud (OMS) declaró erradicada la viruela en todo el mundo.
Los estudios de Jenner además de su importancia,
dejaron en claro que la pre-inoculación con un agente potencialmente infeccioso
podía prevenir de posteriores infecciones y en el siglo XIX este método era ya
comúnmente realizado en Europa y Norte América.
La invención de Jenner fue bien acogida en el
mundo, su introducción en España estuvo a cargo de Pigillem a finales del siglo
XVIII y junto con la ayuda de algunos médicos españoles se habían vacunado a
3000 personas para 1801.
El entonces rey Carlos IV preocupado por la amenaza
de la viruela en el continente americano decidió extender la vacunación
antivariólica y organizó la “Real Expedición Marítima de la Vacuna” bajo la
dirección de Francisco Xavier Balmis, (por él es que esta empresa es conocida
como la Expedición Balmis) quien ideó un sistema para vacunación “brazo a
brazo”. Los portadores del fluido fueron veinticinco niños de La Coruña quienes
durante los tres años que duro la Expedición recorrieron Canarias, Caracas,
Cuba, México, Filipinas y Macao.
La primer Ley de Vacunación
En 1874 los alemanes instituyeron la primer ley de
vacunación donde se introduce la obligatoriedad de la vacunación contra la
viruela a todos los niños en su primer año de vida, esta medida supuso la
intervención del estado para frenar las nefastas consecuencias de las epidemias
de esta terrible enfermedad.
En esa misma época, durante la guerra
franco-prusiana se declaró en Francia una grave epidemia que causó la muerte de
cerca de 20 000 soldados franceses mientras que los soldados alemanes, bien
vacunados, solo sufrieron 300 bajas por esta causa.
Todas estas experiencias dejaron en claro la
importancia que la vacuna contra la viruela podía tener para la población.
A partir de la generalización de este conocimiento,
pero tomó más de 100 años el desarrollo de nuevas vacunas; pues era necesario
que se realizaran avances en el conocimiento que se tenía sobre la naturaleza
de los diversos agentes infecciosos.
Pasteur.Después de Jenner otro personaje
importantísimo en la historia del desarrollo de las vacunas es Louis Pasteur,
llamado padre de la Bacteriología. Pasteur realizó experimentos con los que
desarrolló una metodología que permitió grandes avances en el conocimiento
tanto de los microorganismos como el desarrollo de algunas vacunas. En su
metodología Pasteur incluía experimentos en animales, en aves para desarrollar
una vacuna contra el cólera y en perros para desarrollar una vacuna contra la
rabia. Además introdujo métodos de atenuación, es decir, del debilitamiento de
los agentes infecciosos (cuya naturaleza exacta aún no se conocía). Él
desarrolló vacunas contra el ántrax para animales de granja como ovejas, cabras
y vacas.
Pasteur empleó su vacuna contra la rabia (que ya
había sido probada en perros) en el niño Joseph Meister la comunidad científica
se conmocionó y muchos de los trabajadores de Pasteur abandonaron su
laboratorio en protesta.
En 1899 por ejemplo se esperaba una vacunación
masiva de soldados ingleses, sin embargo, estos presas del miedo arrojaron por
la borda las vacunas contra el tifus y solo 14 000 soldados pudieron ser
vacunados. Los resultados fueron desastrosos pues durante las guerras que hubo
posteriormente se presentaron cerca de 60 000 casos de tifus.
Pero después se descubrió que algunas enfermedades
eran ocasionadas no por la presencia de la bacteria como tal, sino por
sustancias producidas por ella como el caso del tétanos y la difteria por lo
que se desarrollaron vacunas por la inactivación química de estas toxinas. Se
diferencian de las vacunas con bacterias atenuadas por el hecho de que no
incluyen a la bacteria, sino solo el toxoide inactivado por algún procedimiento
químico.
Otras vacunas desarrolladas en esta época fueron contra la tuberculosis
(1909), la fiebre amarilla (1935), la influenza A (1936) y la rickettsia
(1938). El desarrolló de estas vacunas fue posible porque durante este tiempo
se fue generando gran cantidad de conocimiento que contribuyó de manera
importante a la comprensión de los mecanismos de defensa de los organismos y de
la naturaleza misma de los agentes infecciosos.La edad de oro de la vacunación
y los primeros problemas.
Entre las décadas de los 30s a los 60s se
desarrollaron numerosas vacunas, pero se hizo patente que estas presentaban
limitaciones y muchas de ellas tuvieron que ser mejoradas. Uno de los ejemplos
más notables son las vacunas contra el polio Salk y Sabin (que obtuvieron su licencia
y se empleaban con regularidad en esos años) ya que estas vacunas presentaron
un gran problema por los métodos empleados para su obtención.
La vacuna Salk Sabin se lograba a partir de la
obtención de grandes cantidades de virus que se cultivaba en macacos para
posteriormente ser inactivada por formaldehído, pero después de que se
presentaron algunos problemas en los individuos que se sometían a esta vacuna.
Después de mucha investigación se dieron cuenta que
el virus del polio adquiría otro virus, el SV40, durante su cultivo en los
macacos. Este virus adquirido presentaba resistencia a la inactivación con
formaldehído y a raíz de ello tuvo que emplearse otro mono para la replicación
del virus (Cercopithecus sp), felizmente con ello se resolvió el problema.
La historia de la vacunación en México se remonta
al siglo XVIII, desde las grandes expediciones de personajes como Francisco
Balmis, Ignacio Bartolache y José Antonio Alzate para enfrentarse a las
epidemias como la de la viruela en nuestro país, hasta los primeros decretos
presidenciales para la aplicación obligatoria de la vacuna contra esa
enfermedad en 1926.
En 1973, se organiza la vacunación masiva mediante el Programa Nacional de Inmunizaciones, en el que ya se establece la aplicación obligatoria de cuatro vacunas esenciales: antipoliomielítica, DPT, BCG y antisarampión, además del toxoide tetánico. En apoyo a este programa, desde 1980 se organizan jornadas intensivas de vacunación con características y denominación diversa pero con objetivos similares: primero fueron las Fases Intensivas de Vacunación, después los Días Nacionales de Vacunación, después se nombraron Semanas Nacionales de Vacunación y finalmente las Semanas Nacionales de Salud. Cinco años más tarde, se publicó el decreto en el que se establece con carácter obligatorio la Cartilla Nacional de Vacunación.
En un esfuerzo por integrar a todas las instituciones del Sistema Nacional de Salud e implantar un programa con objetivos, metas y estrategias iguales para todas las instituciones, en 1991 se creó el Programa de Vacunación Universal.
La evolución de las vacunas en México ha estado a la par del propio desarrollo que en este campo ha experimentado el mundo entero, por lo que nuestro país es reconocido a nivel continental por ser pionero en avances logrados en la materia, así como por alcanzar coberturas de vacunación muy altas.
En 1973, se organiza la vacunación masiva mediante el Programa Nacional de Inmunizaciones, en el que ya se establece la aplicación obligatoria de cuatro vacunas esenciales: antipoliomielítica, DPT, BCG y antisarampión, además del toxoide tetánico. En apoyo a este programa, desde 1980 se organizan jornadas intensivas de vacunación con características y denominación diversa pero con objetivos similares: primero fueron las Fases Intensivas de Vacunación, después los Días Nacionales de Vacunación, después se nombraron Semanas Nacionales de Vacunación y finalmente las Semanas Nacionales de Salud. Cinco años más tarde, se publicó el decreto en el que se establece con carácter obligatorio la Cartilla Nacional de Vacunación.
En un esfuerzo por integrar a todas las instituciones del Sistema Nacional de Salud e implantar un programa con objetivos, metas y estrategias iguales para todas las instituciones, en 1991 se creó el Programa de Vacunación Universal.
La evolución de las vacunas en México ha estado a la par del propio desarrollo que en este campo ha experimentado el mundo entero, por lo que nuestro país es reconocido a nivel continental por ser pionero en avances logrados en la materia, así como por alcanzar coberturas de vacunación muy altas.
Durante los últimos 200 años,
desde el descubrimiento de la vacuna de la viruela por E. Jenner, la vacunación
ha controlado, al menos en algunas partes del mundo, enfermedades que causaban
gran morbi-mortalidad; ha conseguido, por primera vez en la historia, la
erradicación mundial de una enfermedad: la viruela en 1980; ha conseguido
interrumpir la circulación de un agente infeccioso en varios continentes: la
circulación del poliovirus salvaje se ha interrumpido en la Región de las
Américas en 1990, en el Pacífico Occidental en el año 2000 y en la Región
Europea en el año 2002 y se está próximo a lograr la erradicación mundial de la
poliomielitis para el año 2005. Se estima que la introducción de las vacunas en
el mundo ha evitado anualmente 5 millones de muertes por viruela, 2,7 millones
por sarampión, 2 millones por tétanos neonatal, 1 millón por tos ferina,
600.000 por poliomielitis paralítica y 300.000 por difteria.
Desde 1900 a 1973 se produjo un uso masivo de
vacunas, fundamentalmente en países desarrollados (viruela, tuberculosis (BCG),
difteria-tétanos-pertussis (DTP), vacunas atenuadas e inactivadas contra la
poliomielitis (VPO, VPI) y vacuna contra el sarampión). En 1974, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) implanta el Programa Ampliado de
Inmunización, PAI (Expanded Programme on Immunization, EPI), con el objetivo de
hacer llegar la vacunación a los países en desarrollo; dicho programa incluye
la vacunación de tuberculosis (BCG), difteria, tétanos, tos ferina,
poliomielitis y sarampión. En 1993 se incluye en dicho programa la vacunación
de hepatitis B y de fiebre amarilla en aquellos países en los que la enfermedad
es endémica. En 1998 se introdujo en el PAI la vacuna de Haempohilus influenzae
tipo b (Hib). El descubrimiento en 1955 de las vacunas frente a la
poliomielitis, oral e inactivada, y el inicio de su empleo masivo, bien de
forma rutinaria o mediante campañas específicas de vacunación, fue el comienzo
de la puesta en marcha de programas de vacunación en principio dirigidos a la
población infantil con el objetivo de lograr una amplia inmunidad de la
población que permitiera el control de la infección. Las políticas
poblacionales de la vacunación son por lo tanto muy recientes, lo que significa
que en el momento actual tenemos algunas cohortes de población adulta,
justamente anteriores a las cohortes vacunadas, que no se beneficiaron de esta
medida de control y, en muchos casos, se les dificultó entrar en contacto, a la
edad en que era habitual, con el agente infeccioso y desarrollar la enfermedad
y la inmunidad consecuente.
Estas cohortes presentan unos porcentajes más
o menos importantes de personas susceptibles que en algunos casos son los
responsables de la persistencia de brotes de estas enfermedades sometidas a
programas de vacunación. Algunas vacunaciones administradas en la infancia, no
inducen inmunidad duradera para toda la vida, por lo que si los programas no se
refuerzan con dosis posteriores al cabo de los años, las personas vacuna-das se
vuelven de nuevo susceptibles y por lo tanto con riesgo de enfermar. Es pues de
gran importancia, extender las políticas o recomendaciones de vacunación a
estos grupos de población con el fin de complementar los programas de
vacunación infantil y reforzar su impacto en el control de la infección. A
efectos de este documento, se consideran incluidos en las recomendaciones de
vacunación a partir de los 16 años, edad en que finaliza las recomendaciones de
vacunación del calendario infantil.
En México el impacto de las campañas de vacunación -iniciadas en la
década de los años cincuenta- sobre la salud pública ha sido formidable. Su
mayor triunfo es haber erradicado la viruela y la poliomielitis y abatido los
índices en las tasas de morbilidad y mortalidad de padecimientos como el
sarampión, la tosferina, la difteria, el tétanos y la meningitis
tuberculosa.
Desde su aparición las vacunas, cuya función es proporcionar protección, se han erigido en el primer recurso en la prevención de los males infecciosos. No sólo han evitado sufrimientos en humanos o animales, sino también han logrado extinguir los virus de la poliomielitis y de la viruela, dos de los más peligrosos.
Estas sustancias se distinguen por ser habitualmente administradas a individuos sanos en dosis única o en número reducido, muy a menudo durante programas de aplicación masiva. Confieren inmunidad de larga duración o de por vida, en tanto los medicamentos se prescriben sólo para fines terapéuticos y suelen utilizarse en repetidas ocasiones a lo largo de la vida del mismo individuo o no requerirse nunca.
Con la erradicación de la viruela en el ámbito mundial y de la poliomielitis en América, se espera en el corto plazo alcanzar el control de otros males de origen infeccioso, como el sarampión, la difteria, la tosferina y el tétanos.
Desde su aparición las vacunas, cuya función es proporcionar protección, se han erigido en el primer recurso en la prevención de los males infecciosos. No sólo han evitado sufrimientos en humanos o animales, sino también han logrado extinguir los virus de la poliomielitis y de la viruela, dos de los más peligrosos.
Estas sustancias se distinguen por ser habitualmente administradas a individuos sanos en dosis única o en número reducido, muy a menudo durante programas de aplicación masiva. Confieren inmunidad de larga duración o de por vida, en tanto los medicamentos se prescriben sólo para fines terapéuticos y suelen utilizarse en repetidas ocasiones a lo largo de la vida del mismo individuo o no requerirse nunca.
Con la erradicación de la viruela en el ámbito mundial y de la poliomielitis en América, se espera en el corto plazo alcanzar el control de otros males de origen infeccioso, como el sarampión, la difteria, la tosferina y el tétanos.
Al
desarrollo de la vacunología, un campo multidisciplinario, han contribuido los
avances en otras ciencias, como la química, la genética y la inmunología. Hoy
las normas de control impuestas a una vacuna son más estrictas, para
incrementar su eficiencia y seguridad.
Nuestra nación cuenta con una larga historia en la aplicación y la producción de vacunas: la expedición de Francisco Javier Balmis trajo a México la antivariolosa, en tanto Eduardo Liceaga introdujo al país la antirrábica, producida por Luis Pasteur, y la utilizó por primera vez en 1888. Maximiliano Ruiz Castañeda elaboró una vacuna bivalente del tifo cuya potencia inmunogénica permitió usarla durante la Segunda Guerra Mundial.
Nuestra nación cuenta con una larga historia en la aplicación y la producción de vacunas: la expedición de Francisco Javier Balmis trajo a México la antivariolosa, en tanto Eduardo Liceaga introdujo al país la antirrábica, producida por Luis Pasteur, y la utilizó por primera vez en 1888. Maximiliano Ruiz Castañeda elaboró una vacuna bivalente del tifo cuya potencia inmunogénica permitió usarla durante la Segunda Guerra Mundial.
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